EL PROGRESO DE LA ETICA (23-02-2001)
No hay duda que el siglo que acabamos de pasar ha sido el más prolífico y el más fecundo para el conocimiento científico y sobretodo tecnológico. En los últimos 150 años se ha avanzado más que en todos los siglos anteriores de historia humana. A pesar de los fracasos, que también los ha habido, hay motivos de optimismo respecto al futuro. Los hombres tenemos la capacidad de transformar el mundo, para bien y para mal, e incluso somos capaces de ser protagonistas de nuestra evolución biológica con el descubrimiento y estudio del genoma humano y las aplicaciones prácticas, todavía imprevisibles, de la su secuenciación.
En este siglo XXI seguramente que un día llegaremos a Marte y tantas cosas que veremos o verán nuestros hijos. Aún así, todavía no somos capaces de solucionar la enorme distancia de las injusticias que nosotros mismos hemos promovido. Por eso, no se podrá hablar de progreso sin que este concepto vaya unido al hecho de que los valores éticos estén presentes en nuestras sociedades. No sólo en lo que se refiere a los avances científicos, médicos o tecnológicos, sino en todos los ámbitos de la vida y de la sociedad.
Uno de los campos que más necesita profundizar en los valores de la ética es la propia comunicación. El papel que juegan los medios de comunicación ha transcendido hoy la mera información para convertirse, más que nunca, en vehículos transmisores de formación cultural permanente y, por tanto, en creadores de una consciencia crítica y ética de la población. En una sociedad democrática en que la división de poderes permite un control mutuo de las actuaciones de cada uno, el llamado "cuarto poder", los medios de comunicación, en la práctica solamente son controlados por los poderes económicos no democráticos que los sustentan.
A la hora, pues, de afrontar los retos éticos del siglo nuevo hace falta, más que nunca, descubrir una nueva democracia en la cual se defina la relación entre el saber y el poder, para que este último no manipule al primero ni margine los valores de la solidaridad o la democratización del saber. La consciencia crítica de cada uno de nosotros para no creernos todo lo que nos dicen los medios de comunicación, ayudará en este camino.
Fermí Manteca
EL LENGUAJE DE LOS SÍMBOLOS (16-02-2001)
La comunicación humana, como en todo el reino animal, está basada en signos que sirven para establecer relaciones entre los diferentes sujetos. El mismo lenguaje está compuesto por signos que nos ayudan a ello.
Pero no sólo el lenguaje es el vehículo de comunicación que utilizamos los humanos. Éste es el más perfeccionado y el que ha llegado a cotas más altas de racionalidad para poder entendernos y comunicar con exactitud lo que queremos decir, tanto de forma oral como escrita. Aparte del lenguaje, utilizamos una serie de signos que se engloban en lo que se llama comunicación no verbal. Dentro de este tipo de comunicación estarían los símbolos que serían los elementos externos o actos que utilizamos y a los que damos un significado especial para expresar lo que hemos convenido en comunicar. Sirva de ejemplo la rosa que el enamorado regala a su chica para expresarle su amor. La rosa es el símbolo y el contenido seria el amor. Muchas veces con el paso del tiempo, debido al cambio de costumbres y de mentalidad, pasa que los símbolos pierden su significado y se convierten en rutinas sin sentido, que se continúan haciendo porque siempre se han hecho.
Una de les actividades humanas que utiliza la simbología es la religión. Todos los ritos cristianos, por ejemplo, están llenos de símbolos que se ha convenido en dotarlos de una significación especial y que tienen todo el sentido del mundo cuando se les llena de contenido.
Sin embargo, pasa que en muchos de los símbolos que se utilizan, teniendo como tienen en su origen una gran riqueza de contenido, con el paso del tiempo se han vuelto obsoletos y sin sentido. Han perdido su condición de símbolos, se han convertido en una rutina y han perdido, por tanto, su cualidad comunicativa. No estaría de más que la iglesia se planteara comunicar sus contenidos con expresiones y símbolos llenos de significado y comprensibles para la cultura y la manera de ser de los hombres y de las mujeres de hoy.
Fermí Manteca
La agresividad es un componente del comportamiento humano que preocupa a muchos niveles, desde el familiar al social, político y hasta a la ciencia que se afana por descubrir sus claves y sobretodo para prevenir las conductas violentas y curar a los agresivos.
Si siempre ha estado presente, la agresividad, en la historia de la humanidad, hoy es un fenómeno que se manifiesta de forma alarmante, en contraste con el nivel de conocimientos, cultura y progresos adquiridos. Sobretodo impresiona la violencia ejercida por niños y adolescentes o aquella que provoca víctimas en el seno de las familias, lo que conocemos como violencia doméstica.
A parte de los componentes genéticos que pueden predisponer para estos comportamientos, parece que la agresividad es una conducta que se aprende. Sin embargo, la pregunta que surge es: ¿quién la enseña? Normalmente buscamos culpabilizar a alguien: la sociedad, los medios de comunicación, la escuela, los amigos, etc. De hecho las claves del aprendizaje de las conductas agresivas acostumbran a ser inconscientes y se producen en el entorno. Las discusiones familiares de carácter agresivo, aunque sea verbal, la exigencia a los niños para que sean duros y sepan defenderse con violencia de sus compañeros, las actitudes radicales y tantas cosas que se consideran "normales", pueden ser un buen aprendizaje de futuras conductas agresivas.
Por otra parte, muchos padres se preguntan si es bueno o no dar un cachete a los fijos como instrumento para mantener y enseñar la disciplina en el desarrollo educativo. La mayoría de los psicólogos advierten que, si la violencia se aprende, una bofetada puede enseñar al niño a que en algunas ocasiones es bueno utilizar la violencia incluso con las personas que uno quiere. Sugieren, por ello, utilizar el refuerzo positivo, o sistema de premio, para enseñar la disciplina, ya que al mismo tiempo se les está enseñando criterios éticos de comportamiento, aunque que un azote tenga el efecto esperado a corto plazo.
Ante esta realidad, es bueno aconsejar a los padres para que si observan en su hijo o hija síntomas de agresividad incontrolada o de ira injustificada acudan a un experto que les ayude a saber canalizar la manera de ser del niño o la niña y a prevenir futuras conductas inapropiadas.
Fermí Manteca
LA FIESTA MAYOR DE INVIERNO (02-02-2001)
El día 2 de febrero es fiesta aquí, en el Santuario del Sant Dubte de Ivorra. Uno de los días en que se reúne la gente, se celebra la misa y se celebra la Fiesta Mayor de Invierno. La tradicional fiesta de la Candelaria, con las últimas connotaciones de la Navidad, nos introduce de lleno en el espíritu del Sant Dubte.
La celebración de la Candelaria proviene de la ceremonia judía que se hacía 40 días después del nacimiento de un niño, con un sentido de purificación. Así, hoy, cuarenta días después de Navidad, se conmemora aquel día en que Jesús es presentado en el templo para hacer aquella ceremonia. Fue cuando pasó aquella anécdota de unos ancianos con espíritu joven, que buscaban y esperaban una salida a la situación que vivía su pueblo, y descubrieron en aquel niño una cosa especial, como una luz (de aquí, las candelas) que traería al mundo un signo de contradicción.
El hecho de dudar ya es en sí mismo una contradicción. La persona que duda es aquella que vive una realidad de la cual no está segura, que está indecisa en lo que vive o que no tiene la certeza plena de lo que cree. Esta situación de inseguridad es lo que empuja a la persona a buscar una salida, a investigar la verdad, a reflexionar a fin de superar la sensación de angustia que provoca la duda.
La humanidad siempre ha buscado una salida a la inseguridad que comporta la finitud y la fragilidad de la vida y esta actitud de búsqueda ha sido y es el motor de la evolución y del progreso. Este hecho de dudar puede llevar, sin embargo, a actitudes de desconfianza ante todo y ante todos y a una cerrazón resignada inmovilista que provoca aún más angustia.
Creo que hemos de vivir las propias dudas y la propia inseguridad con una postura de búsqueda. Eso nos dará un espíritu y unas actitudes abiertas al futuro y nos procurará la sensación de ser motor de cambio en medio de la fragilidad.
Fermí Manteca
ARQUITECTURA HUMANIZADA (26-01-2001)
Estamos acostumbrados a vivir en nuestra casa y no nos damos cuenta, ni posiblemente nos hemos preguntado nunca, por qué nuestra vivienda es como es. La persona, a través de su historia y de su evolución, ha ido adaptando el medio a sus necesidades y ha modificado, por ello, las cosas que le rodean para el uso que les ha de dar. Todo para que las cosas, los instrumentos y el entorno estén al servicio de la propia persona.
Vemos, por ejemplo, que las casas antiguas del medio rural disponían de todas las dependencias necesarias, desde la sala al centro de la casa, que servía y sirve todavía para dar cabida a todas las personas que tenían que comer juntas, sobretodo en días de fiesta mayor, hasta dormitorios, estancias y patios dispuestos de tal manera que ayudasen a las diversas tareas que se tenían que hacer.
El punto de partida es que las viviendas se han de adaptar a la manera de ser de las personas y no al revés. Las personas tenemos tres niveles o ámbitos: el nivel individual, el nivel familiar y el nivel social, con tres maneras diferentes de relaciones en cada uno de ellos. Las viviendas, pues, se tendrían que adaptar para que ayudasen a que las personas puedan desarrollar los tres niveles citados: un ámbito en el que la persona pueda encontrarse a solas consigo mismo, otro que propicie la convivencia familiar y otro para las relaciones sociales, con unos elementos que ayuden a interconectarlos.
Sin embargo, las casas modernas están condicionadas, no por las necesidades de las personas que las utilizan, sino por la especulación económica de cada metro cuadrado. Así los diferentes ámbitos están normalmente tan mezclados que son las personas las que se tienen que adaptar a las viviendas.
Conviene que los arquitectos y urbanistas tengan en cuenta, no solamente las modas y los condicionamientos económicos, sino la manera de ser, de vivir y de convivir de las personas, para que sus proyectos y creaciones arquitectónicas ayuden a los usuarios a vivir, a crecer y a madurar como personas.
Fermí Manteca
CONDUCIR Y CONDUCIRSE (19-01-2001)
Todas las personas tenemos una manera de ser, un temperamento y un carácter que en parte hemos heredado, en parte lo hemos adquirido y en parte es fruto de nuestra voluntad y libertad. Esta manera de ser diferente de cada persona nos hace pensar, actuar y comportarnos de una manera determinada y se trasluce en nuestros actos y en todas las cosas que hacemos.
Los psicólogos se basan en esto para elaborar los test psicotécnicos o los de personalidad. A través de las respuestas que damos a les cuestiones planteadas en el test, estamos comunicando nuestra manera de ser. Incluso a través de la escritura lo hacemos. La grafología estudia la manifestación del carácter particular de cada uno a través de cómo escribimos.
También manifestamos nuestra manera de pensar y de hacer las cosas, cuando nos ponemos el coche, como si fuera un vestido, y lo conducimos. Cada uno conduce de una forma diferente y reacciona de acuerdo con su carácter. Por eso hay personas que se pican enseguida con otro coche (no ven al conductor, ven nada más un coche que le hace la competencia) y otros que conducen de manera más tranquila. Por otra parte, es curioso ver personas que son capaces de ceder el paso educadamente cuando van a pie y se comportan de manera agresiva cuando van conduciendo.
De todas maneras, haced una prueba. Si un día estáis conduciendo en una gran ciudad rodeados de coches y tenéis que cambiar de carril, si sólo ponéis el intermitente, os será casi imposible realizar la maniobra. En cambio, si miráis al conductor de al lado y con una señal amable le pedís paso, seguro que os dejará pasar. Será signo que si solamente vemos máquinas-monstruos, nosotros nos comportaremos de la misma manera. Si aprendemos a descubrir que al otro lado del volante hay una persona como nosotros, seguramente conduciremos de otra manera y nos conduciremos mejor.
Fermí Manteca
¿QUIÉN TE LO PROHIBE? (12-01-2001)
Hace días que desde la tele nos preguntan de vez en cuando "¿quién te lo prohibe?", cuando un anuncio publicitario nos asalta y se cuela en nuestra casa sin pedirnos permiso. Yo no sé cuántas personas se habrán contestado a la pregunta, una pregunta que es una invitación, por la manera de hacerla, a negar cualquier prohibición y, así, per exclusión, presionarnos para consumir el objeto que anuncian.
Cuando somos pequeños y endebles y nos falta capacidad para decidir qué cosas nos convienen y cuáles son peligrosas, necesitamos que desde fuera nos digan lo que hemos de hacer y qué cosas nos están prohibidas. La función protectora y educadora de los padres les exige un discernimiento crítico para enseñar a los hijos las cosas que se pueden hacer y las cosas que les están vedadas. Es como el caso de aquellos animales débiles y vulnerables que necesitan un caparazón o protección exterior para defenderse y sobrevivir, como las tortugas o las almejas.
A medida que la persona crece y va madurando como tal, el discernimiento exterior impositivo se va trasladando a su interior, es decir, a su conciencia para decidir qué cosas están prohibidas o no. La tarea educativa consiste, pues, en la buena formación de la conciencia para poder tomar las decisiones que convienen. Es como el caso de aquellos animales más evolucionados que su propio esqueleto óseo interior les fortalece para no tener que necesitar un caparazón protector.
Volviendo a la pregunta impositiva del anuncio televisivo en cuestión, en el que se niega cualquier prohibición, mientras nos presiona psicológicamente para consumir no sé qué, la respuesta sería: "mi conciencia me lo prohibe". No necesito que desde la publicidad me protejan obligándome o prohibiéndome cualquier cosa para ser más persona.
Nos hace falta una postura crítica madura ante la publicidad que utiliza mecanismos muy sutiles per convencernos que necesitamos cosas innecesarias.
Fermí Manteca
HISTORIA DE UNA PELOTA (05-01-2001)
Un rebaño de vacas camina cansinamente, sin comer ni beber, por las montañas fronterizas de Pakistán y la India. Han sido vendidas a los traficantes por algunas familias de éste último país por unas cuantas rupias que les ayuden a acabar de pasar lo que queda de verano. Una vez han salido de la India son sacrificadas, desolladas y despellejadas para aprovechar la piel, mientras el resto de la carne sangrante queda a merced de los buitres.
Les pieles son curtidas en unas fábricas al lado de un río utilizando productos químicos contaminantes, como sulfuros y sales de cromo, sin ningún control. Una vez las pieles son transformadas en cuero, las transportan en grandes camiones a unas grandes factorías donde fabricarán las pelotas y otros objetos. El cuero es cortado y cosido por niños que han de trabajar por unos pocos dineros que necesitan para el mantenimiento de la familia. La pintura que da el toque final al balón contiene contaminantes tóxicos que son lanzados al exterior sin ningún miramiento.
El transporte del producto acabado ha llegado a los grandes almacenes del primer mundo donde todas las pelotas se amontonan esperando junto a otros juguetes a los clientes. Este gran almacén ha encargado un pedido muy elevado de estos balones ya que se acercan las fiestas de Navidad y se preveen buenas ventas. La comanda es grande y ha podido conseguir unos buenos precios, presionando al proveedor.
Un padre de familia, la vigilia de Reyes, se acerca ilusionado para comprar regalos a sus hijos. Le gusta aquel balón de reglamento. Lo compra por el módico precio de 2.995 pesetas. El resto de lo que ha costado la producción de la pelota lo han pagado otros con la contaminación, la explotación de menores, el trabajo y el sufrimiento de los pobres, etc. Todo para que los niños primermundistas puedan jugar pagando por la pelota sólo una ridícula pequeña parte de lo que vale.
Fermí Manteca
LA HISTORIA CONTINÚA (01-01-2001)
Por fin se ha acabado el siglo XX. Parecía que no se acabaría nunca. Es curioso, pero la historia más reciente parece más larga y complicada que la historia que tenemos más lejana. Los libros de historia dedican más páginas al siglo pasado que no a toda la Edad Media. Debe de ser cosa de la perspectiva. Tanto la perspectiva espacial como la temporal hace que las cosas lejanas empequeñezcan y las cosas cercanas parezcan enormes. Tendríamos que aprender a captar la perspectiva en su medida real y a no engrandecer las cosas más de lo que son. Corremos el riesgo de que nos aplasten los acontecimientos no por su gravedad o importancia, sino por su proximidad.
El siglo pasado (me refiero al siglo veinte) nos ha deparado una cosa muy importante a cada uno de nosotros: la existencia. Todos (¡casi todos!) los que existimos en estos momentos hemos llegado a la existencia durante el siglo pasado y esto, en principio, es lo mejor que nos podía pasar: ser. ¡Ah! y no morir en el intento. Muchos no han podido traspasar el umbral del siglo XXI.
Después de dejar constancia de lo más importante que es vivir, podemos ver con más o menos claridad histórica qué es lo que ha pasado por aquí y por allá y veremos la cantidad de acontecimientos, avances científicos y técnicos, desgracias, guerras, muertes, bienestar, ilusiones, justicias e injusticias, altos y bajos de una humanidad abocada a una evolución que ojalá fuera rectilínea. La evolución tiene dientes de sierra, momentos sublimes de ir hacia adelante y momentos espantosos de caminar como los cangrejos. Me gustaría tener un aparato para mirar la historia con un ojo de buey y descubrir que hoy estamos en el mundo mejor que ayer, entendiendo por ayer un período, digamos, de tres mil años, que no es nada si lo comparamos con la historia del universo.
Y la historia continúa. Hemos entrado en el siglo XXI y la humanidad continúa haciendo historia. Una historia pequeña de cada uno de los habitantes de la tierra, con la angustia de existir y con la alegría de la existencia. Hemos contemplado cómo en la nación más poderosa (¿poderosa en qué?) todavía no saben contar con los dedos, porque las máquinas han quedado obsoletas ante unas elecciones presidenciales para elegir al emperador de occidente... y hemos estado a punto de tener dos. Contemplamos cómo unas personas igual que nosotros, con la simple diferencia de que han nacido unos kilómetros más allá, se ven privadas de trabajo, de riqueza y de bienestar, mientras contemplan cómo nosotros nos lo comemos todo y no los dejamos venir a compartir nuestro trabajo y nuestra vida. Y el Estrecho es cada vez más estrecho y pronto es podrá caminar por encima de los huesos de los que han dejado la ilusión por dentro del embudo.
Contemplamos también en esta madrugada de siglo y de milenio cómo se van despertando esperanzas de un futuro mejor, cómo los jóvenes sanos de espíritu y de nobleza (aunque lleven pendientes) comienzan a pasar de todo lo que representa muerte y destrucción, cómo las mujeres cada vez son más reconocidas como personas, cómo los que se dedican a la triste tarea de la hipocresía social o política cada vez se les reconoce desde lejos. Vemos cómo la publicidad es cada vez más grosera y eso es bueno para no dejarnos engañar. Contemplamos cómo los niños que están a punto de nacer ya no serán del siglo pasado y nos mirarán, a nosotros los viejos del siglo veinte, como aquellos que les dejaron muchas cosas por hacer.
A ellos, a los niños que tienen unos años más largos (a medida que nos hacemos mayores los años son más cortos), tendríamos que dedicarles este comienzo de siglo nuevo. Y desear que todas las cosas que no hemos hecho o que hemos hecho mal en el siglo pasado, les permitiésemos que las arreglaran ellos, por donde pasa el futuro de esta historia que continúa. Nosotros, pronto seremos historia.
Fermí Manteca
EL DIÁLOGO Y LA PAZ (29-12-2000)
El año 2001, inicio de un siglo nuevo y de un nuevo milenio, empieza con la Jornada Mundial de la Paz que cada año se celebra coincidiendo con el día primero de enero. Una jornada útil para reflexionar sobre la esperanza de que un día se llegue a una fraternidad verdaderamente universal, sin guerras fratricidas. Sin embargo, los conflictos con los que se acaba el siglo XX hacen pensar que la humanidad aún está muy lejos de convertir las fábricas de armas en fábricas de herramientas de trabajo y de convertir el escenario de los conflictos en mesas redondas de diálogo constructivo.
La Organización de las Naciones Unidas ha declarado el año 2001 como "año internacional del diálogo entre les civilizaciones". Esto podría ser un buen camino para conseguir la paz ya que siempre las guerras derivan hacia un encerrarse cada uno en sí mismo, llegándose al punto de no querer dialogar por extensión con los que piensen de manera diferente. En cambio el diálogo es un vehículo para que las diferencias se acerquen y la diversidad se convierta en riqueza compartida.
La cultura es la expresión más cualificada del hombre y de sus vicisitudes históricas, tanto en el ámbito individual como colectivo. Así como el diálogo respetuoso entre las persones es la base pera la convivencia fraterna si se realiza a través de la apertura acogedora del otro, también las diversas culturas es van modelando con los dinamismos propios del diálogo, sobre la base de la unidad originaria y fundamental de la familia humana al tiempo que lea culturas encuentran en el diálogo la salvaguarda de su carácter peculiar.
El tema escogido este año para la Jornada Mundial de la Paz es "diálogo entre las culturas para una civilización del amor y de la paz". El diálogo lleva a reconocer la riqueza de la diversidad y ayuda a la aceptación recíproca, en la perspectiva de una auténtica colaboración, que responde a la vocación a la unidad de toda la humanidad. Esta unidad no supone anularse en la uniformidad o una forzada homologación o asimilación; es más bien expresión de la convergencia de una variedad multiforme, y por eso es convierte en signo de riqueza y promesa de desarrollo. Visto así, el diálogo entre las culturas es un instrumento para realizar la civilización del amor y de la paz.
Fermí Manteca